Esta historia que contaré habla de ideas, sucesos y quizás un poco de locura. Recuerdo bien a qué edad empezó, fue a los 9 años que cruzó la idea de provocarme lesiones leves para sacar el dolor que en ese momento sentía.
¿Y por qué surgió mi idea? Debido al acoso escolar que tenia de mis compañeros de la primaria ya que siempre fui la rara del salón, la retraída, la débil , la menos inteligente, es por eso que surgió la primer idea de atentar contra mi vida. Pasaron los años en que seguían acosándome por todo, incluso profesores llegaron a dañar mi autoestima con sus malos comentarios y sus acciones. Decidí alejarme de todo, de hablar menos con la gente, de prestar menos atención a los demás, de despreocuparme por mi aspecto físico y ahí es donde surgió la segunda idea de atentar a mi vida, esta vez usaría la opción de cortar más profundo y terminar con todo.
Los problemas no sólo comenzaron en la escuela si no también en casa donde vivía, eran siempre los mismos comentarios desmotivadores y desaprobatorios entonces ahí vinieron las demás ideas para terminar con mi vida y no sólo con un método, fueron varios entre los cuales son: cortar las venas, tomar medicamentos, subir a un lugar alto para lanzarme, ahorcamiento, entre muchos.
Pero a pesar de todos esos problemas y cargas negativas comencé a salir del abismo por mi misma, aprendiendo a respetarme y quererme y así ser más amable con la gente que me rodeaba y la gente que me apoyo en mis momentos de crisis.
A lo largo de este duro camino aprendí a que no venimos a hacer más felices a las personas que se la pasan criticando, si no que la felicidad es independiente a lo que otros opinen de mi persona y que juzgar no es la manera correcta de obtener algo. Por que no sabemos por que situación estén pasando en sus vidas.
Ya que el suicidio no es la opción de terminar con los problemas que nos acomplejan, hay otras maneras de afrontarlos, teniendo una red de apoyo de las personas en quien más confiamos y en ayuda profesional.
Karla Madrigal
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